top of page

RÍO DE VIDA

 

 

 

Silencio, fuego lento y valentía subían río arriba con la esperanza por los suelos. Celos, pasión y orgullo se apresuraban río abajo enrabietados como lobos sin ovejas. En la ladera, a mitad de camino, mediaban tolerancia, empatía y sacrificio, que no entendían de altibajos y evitaban los desbordes, por ausencia o demasía, con la estabilidad que otorga la llanura.

Tuvo que ser una sequía la que, conflicto tras conflicto, consiguiese detener y juntar a todos aquellos elementos tan dispares que conformaban el transcurso, a veces río arriba, a veces río abajo, de una relación humana. Y fue en mitad del bosque, donde el río dejó de tener sed, dando pausa a sus viajeros. Silencio, fuego lento y valentía, se arrimaron a la orilla con ayuda de algún ser. Celos, pasión y orgullo, discutían ya con tolerancia, empatía y sacrificio, que los habían ido a socorrer. La pasión quiso llegar a las manos, a fuego lento sintió empatía el orgullo y fue en silencio cuando todos escucharon al sacrificio.

Fue entonces, y sólo entonces, cuando se atrevió a salir la sonrisa de entre los árboles que la habían mantenido escondida y a salvo en aquel bosque. Como el tesoro más preciado o como un arma definitiva, la sabia naturaleza esperó el momento oportuno brindado por la ausencia de reproches que le bridó el silencio, para dejar a aquella hermosa creación, de la que estaba tan orgullosa, salir de su escondite para eclipsarlo todo. Y con aquella sonrisa, con aquella salvaje y sanadora sonrisa, empezó a fluir el río, nuevamente, con esperanzas renovadas y los pies en el suelo. La valentía selló su alianza con la tolerancia y la empatía. El sacrificio pasó a tener un rango mayor frente a los celos y al orgullo. La pasión sintió que entraba en un estado de paz al fraguarse a fuego lento.

Y en silencio, el agua fluyó con armonía como nunca antes había logrado, sin correr para no desparramarse.

Sin parar, para no volver a secarse más.

ECHAR DE MENOS

 

 

 

 

Ya no me comes nada, corazón.

 

Ya no me queda sitio donde meterlo.

 

Más vale que sobre a que falte.

​

​

 

Poco más necesita una abuela para demostrar un  amor con tono melancólico. Poco más necesito yo para explicar, resumiendo, lo que significa echar de menos.

​

Pongamos por caso que la abuela tiene por nombre María. María, como todos los jueves, prepara comida para su nieto. ‘Ya no me comes nada, corazón’. Todos y cada uno de los jueves de María, de aquí a unos años, se pasa horas en la cocina para tener listos dos o tres platos distintos para su nieto. ‘Más vale que sobre a que falte’. David, su nieto, (pongamos que se llama David), llega puntualmente a eso de las dos y media a casa de su abuela. Todos los jueves de cada mes. ‘Ya no me queda sitio donde meterlo’.

 

Han pasado dos semanas y David no ha ido a comer a casa de María. Ha estado fuera uno de los jueves. El otro, ha comido en la playa. A la tercera semana David vuelve a comer, como cada jueves, en casa de su abuela María. ‘Corazón, te he echado de menos’. Claro. Aunque esos dos jueves en los que David faltó a su habitual rutina, María no comió sola. Los tíos de David la acompañaban. Pero María, en los platos, había echado menos. Le sobró comida, mucha comida. Y no es que no tuviera comensales a los que repartir, es que le faltaba rellenar el plato de David. Echar de menos.

 

Al siguiente jueves, vuelta a las andadas. Comida que se pierde por incomparecencia del nieto. Gramos y gramos que no encuentran utilidad y se evaporan en la basura. María pudo dárselo a sus hijos, y a sus gatos y a sus perros, (y de hecho así lo hizo), pero todo aquello pertenecía a David. ‘Más vale que sobre a que falte’.

 

Ya, María, ya.

 

Pero David no estaba y sobró más de lo que había. Porque ninguno de esos dos jueves en los que tu nieto no fue a comer te pasaste horas en la cocina, ni hiciste tres platos y un postre con nata. Te sobró el tiempo, María, no la comida. Kilos y kilos de tiempo sin destinatario. Te sobraron los minutos que no tenías a David sentado en la mesa contigo y tú… echaste de menos.

 

Un jueves más allá de otra semana, David comió, como hacía habitualmente, en casa de su abuela María. La abuela, por lo tanto, pasó horas en la cocina, preparó tres platos y un postre con nata. Le faltó tiempo, y eso que madrugó para ir al mercado, a por pan y a la pescadería. ‘Ya no me comes nada, corazón’. ‘Oye, que si no te gusta, te preparo otra cosa’. Y David: ‘Ya no me queda sitio donde meterlo’. Y la abuela: ‘Estas semanas te he echado de menos’. Era bien cierto que sí. ‘Seguramente aún me quede hueco para el postre, abuelita’

​

QUIERO

 

​

 

Quiero verte, qué mejor forma de empezar.

Quiero que me enseñes a contar las veces que me salvas.

Quiero que me comas con los dientes mientras me miras y aguantarte la mirada.

Quiero que me mandes a paseo y te me subas encima hasta que te diga que me ahogas de apretar tan fuerte.

Quiero que me hechices y me conviertas en rana y que me cuentes sólo la mitad del truco. La otra mitad me la pienso inventar con tal de que me sigas haciendo magia.

Quiero que recorras cada parte de mi cuerpo con la punta de tus dedos y hagas largas todas las paradas que te exija el trayecto.

Quiero que me rías encima. Que me desborde cada carcajada. Quiero reírnos.

Quiero mirarte como te veo en sueños. Y que lo único que tapes sea mi boca.

Quiero exprimirte en la cama como un zumo de limón y encontrarte cada día entre las sábanas.

Quiero canciones con tu nombre y que la letra siempre hable de ti.

Quiero la vida que me das cuando estás y la vida que tienes. Quiero vivirte.

Quiero ser tu reunión más importante del día. Y estar a tus órdenes.

Quiero que te acerques tanto que se te junten los ojos en uno borroso.

Quiero que seas la meta, la salida y los botellines de agua.

Quiero ser tu objetivo. Darte la razón, porque tú eres la mía.

 

Te quiero, claro, pero sobre todo,

quiero quererte

​

​

MÁS TIEMPO PARA T

​

​

​

Seth miró el calendario de reojo antes de contestar. Veintisiete de trescientos noventa y dos de tal vez un ciento. Veintisiete era el número de momentos mágicos que había vivido a lo largo de su vida. Trescientos noventa y dos eran los momentos inolvidables que se había propuesto alcanzar. Un ciento eran los momentos que, en vista de lo vivido, esperaba hoy llegar a hacer realidad. El calendario de Seth no medía años, ni meses, ni días en forma de número. Para Seth, lo único que se puede contabilizar son aquellas veces donde realmente te sientes completo.

 

El juez levantó la voz y volvió a preguntar, esta vez haciendo notar que sería la última oportunidad que le daba a Seth de hablar:

​

  - Acusado, no volveré a darle opción para que responda sobre las cuestiones que aquí se formulan, a fin de entender este entuerto, ni una sola vez más. Dejo a su juicio el hacerlo o no. Y confío en que sepa elegir sabiamente. Le repetiré la pregunta si lo estima conveniente. Dígame, ¿es necesario?

     

  - Si son tan amables…

     

 - Bien, la fiscalía que se encarga de la renuncia a ser uno mismo, la asociación de la dejadez y el departamento de estimaciones que regulan nuestro actual calendario lo acusan a usted, Seth Lo, de atentar con innumerables pensamientos negativos contra los principios básicos recogidos en la actual legislación de renuncia a uno mismo. Además, está usted acusado de presentar evidentes muestras de abandono personal, ya no sólo en apariencia, lo cual es notable, si no que de forma agravante ha decidido dejar de confiar, llegando al punto de no creer en sus sueños. Este jurado, ofrece un acuerdo con la intención de llegar a una resolución amistosa que le evite una condena de cambio de personalidad que sería efectiva de cinco a diez años. Si usted nos responde sinceramente a nuestra pregunta, los cargos podrán ser retirados y volverá a ser libre. ¿Cómo es capaz un hombre de perder todo lo que tiene por desear un poco más?

 

 

Seth sabía que iban en serio, así que cogió aire lentamente, guardó el calendario en el bolsillo y puso su foto encima de la mesa. Siempre se pasaba horas contemplando esa foto. Seth esperaba el momento en el que T. rompiera con todo para salvarle. Lo había visto en sueños. Pero T. no llegaba. El jurado se impacientaba y Seth sudaba como un niño. En sus sueños, justo en este instante, cuando estaba de pie frente al jurado, T. reventaba la puerta como heroína reventando un pecho dormido y conseguía sacar a Seth por la ventana. Pero no llegaba. El juez, muy furioso, se levantó de su silla para azotar con su veredicto lo poco que quedaba de Seth. Ante la visible amenaza, tuvo que contestar rápido con la esperanza de conseguir más tiempo para T.:

​

  - Señoría, un hombre es capaz de perder todo lo que tiene por un poquito más cuando entiende que arriesgar es la única forma de ganar.

​

​

El juez, conforme con la respuesta del acusado, decidió ponerlo en libertad condicional, ya que consideraba la posibilidad de que Seth no hubiese dicho esas palabras desde su corazón, y aunque se trataba de una respuesta sincera y certera, la duda revoloteaba al implacable y justo hombre del mazo. Y lo cierto es que llevaba razón al dudar. Esas palabras salían del alma de T., no del acusado. T. no había llegado a tiempo para salvar a Seth, que una vez se vio absuelto, entristeció con la boca pequeña por no haberse desarrollado la acción tal y como sucedió en sus sueños. ¿T. no había sido valiente o sólo se había demorado como si se maquillase eternamente en la víspera de una cita importante? En cualquier caso, cuanto más intentaba sonreír Seth, más se le partía la boca.

​

​

​

​

BARCA ENTIERRA

 

Pierde el norte la barca

Atracada, sin pestañas.

Sin horizonte, la barca

En tierra firme estancada.

 

 

Que no se hizo el barco para el puerto;

Que no hubo mar sin ser revuelto;

Que no hay marino sin algo de miedo;

Que no hay ola que se repita en el tiempo;

 

 

Recuerda a un sueño la barca

Levantada, sin anclas.

Nada en calma, o nada

Pero embarca, embarca…

​

​

CARNAVAL SELECTIVO

​

 

''Dame valor señor, pues yo soy tu siervo y cúbreme de coraje durante la batalla para aniquilar a tus enemigos como polvo ante el viento, amen.''

 

 

 

Vengo a romper vuestras falsas mentiras. A destrozar vuestra sonriente hipocresía. A vengar a todo aquel afectado por vuestras malditas decisiones. A limpiaros la lengua con jabón y veneno, igualito a ese vuestro. Estoy aquí para gritar por los que guardan silencio. Para reventaros los dientes largos que se os ponen tras el disfraz y el uniforme. Vosotros, que no sois nadie. Vosotros, por los que he luchado en honor a vuestro nombre, bandera y escudo, codo con codo. Os aseguro que no quedará ni uno en pie. Si habéis obrado como os digo, merecéis sin dudar este castigo. Ya no más mentiras, ni más falsos halagos. Aquí se terminan las afiladas adulaciones y efímeras esperanzas.

 

Si aún os queda algo de honor, por poco que sea, asumid vuestra culpa y aceptar el golpe que recibiréis. Mi comunión con vosotros, traidores, acaba aquí. Yo habré perdido todas mis guerras, pero me aseguraré de nunca más perder otra batalla.

 

Os habla, desde las profundidades del olvido, aquel que os hará recordar el valor de las acciones. Que Dios se apiade de vuestras almas, si quiere..

​

​

bottom of page